miércoles, 28 de noviembre de 2012

Nos va la vida en ello

Nos va la vida en ello

por Elisa Nieto





EXTRAÍDO DE REDROJA.NET


Cansa a veces explicar lo evidente tratando de mostrar las esclavitudes, invisibles a veces, invisibilizadas casi siempre, sobre las que se sustenta el patriarcado.

Este es un intento más, y por tanto limitado, de desenterrarnos y explicar cómo se fabrica lo que conocemos como feminidad o masculinidad. Este binomio absurdo, de compartimentos estanco afectivos, sociales, sexuales, limita desde el nacimiento a todas las personas, pero mutila de mil formas a todas las mujeres sin excepción. Y es que a nosotras nos va la vida en ello.

Historia de Vera.

Quizá recorriendo desde el nacimiento la vida de una mujer sea más fácil comprender cómo se construye la opresión patriarcal. Es posible que la mayor parte de las mujeres de esta parte del planeta se puedan reconocer, en buena medida, en esta historia.

Identidad agujereada. CUERPO NEGADO.

Vera nace en un hospital cualquiera, de la ciudad que queráis, a una hora sin importancia.

Alguien en ese hospital, sonriente y a la luz de su entrepierna, pronunciará las palabras mágicas: ES NIÑA.

Al poco de nacer y convenientemente vestida de rosa, su madre y su padre decidirán que es imprescindible agujerearle las orejas, como a las vacas. Se evitarán así situaciones incómodas - ¿es niño o niña? – y no tendrán que aclarar, con molesta frecuencia, un hecho innegable.

Sexualidad reprimida, movilidad limitada. CUERPO NEGADO.

Vera, por ejemplo con dos años, tratará de explorar un lugar de cosquilleos y sonrisas más allá de su ombligo. Ese placer se estrellará contra innumerables no te toques, cochina, tápate, que te tapes te digo, las niñas buenas no hacen eso. En el mejor de los casos aprenderá a conocerse en soledad, y en el peor pondrá fin a esa búsqueda esencial, con consecuencias desastrosas. Es muy posible que nadie le explique nunca que masturbarse es bueno, necesario, curativo.

Cualquier día, con cinco años, vestido y zapatos nuevos, se sentará en el suelo de cualquier parque a jugar con la arena. Recibirá de nuevo con toda probabilidad sensatos consejos: bájate el vestido, te vas a poner perdida, siéntate con las piernas cerradas, colócate las bragas. Cansada de posturas imposibles e incompatibles con ese juego optará por corretear con el resto de niños y niñas. No parará aunque el lazo de su coleta se esté deshaciendo y su vestido se arrugue. Sí lo hará cuando empiecen a dolerle demasiado los pies magullados por unos zapatos excesivamente rígidos, excesivamente nuevos.

En nuestro país no ha habido nunca un programa de educación sexual integrado en sistema educativo, existiendo, en el mejor de los casos, sesiones aisladas que dependen del perfil del AMPA o del Consejo Escolar. Esto supone en la práctica perpetuar en una sociedad la ignorancia del propio cuerpo y, en un Estado falsamente aconfesional, institucionalizar pautas de comportamiento atravesadas por la represión, la alienación y el moralismo.

Identidad condicionada, afectividad dirigida. CUERPO NEGADO.

Jugará en la calle con Víctor, su vecino del quinto, y escuchará a adultos sonrientes decir ahí va la parejita, gastando bromas sobre su futuro apareamiento. Habrá días en que su amigo se quede en su casa y jugará sólo con, por ejemplo, Carmen. Las dos oirán a esas mismas personas comentar que hay que ver qué amiguitas son, qué bien han congeniado estas dos. Porque como todo el mundo sabe dos niñas solas jamás juegan a tocarse, ni se exploran, ni se cosquillean. Hagan lo que hagan, Carmen y Vera habrán recibido el mensaje indeleble de la heterosexualidad obligatoria que se les irá grabando con fuego.

El gobierno del PP ha eliminado de la asignatura de Educación para la Ciudadanía las referencias - ya de por sí limitadas - a la diversidad afectivo-sexual. Ahora mismo, cualquier mención a este tema depende de la buena voluntad y conciencia del profesorado.

Y más movilidad y sexualidad limitadas. CUERPO NEGADO.

Es muy posible que a Vera le guste mucho el deporte y esto hará que se convierta en una adolescente excesivamente musculada, con un cuerpo poco femenino. Quizá ella sólo esté plenamente a gusto en ropa deportiva y sólo se sienta totalmente libre en esa pista, en ese campo, en esa cancha. Su entorno la invitará a ser más mujer, cambiar el chándal por la falda y las medias (mucho más guapa, dónde va a parar) con más frecuencia de la que ella querría. Vivirá en la constante paradoja de querer gustar y tener que transformarse para ello en quien no es.

Habrá en este período un momento en que, quizá, se sienta atraída por su amiga Carmen - tardaremos en saberlo o nunca lo sabremos - pero el mensaje heteronormativo (es decir, el que establece que la norma, lo normal, lo lógico, es ser heterosexual y que la alternativa no existe) habrá calado una vez más y lo más probable es que su primera relación sexual sea con Víctor, Pablo o Pedro. Cuando eso ocurra, su orgasmo, ese que quizá nunca ha sentido, será secundario o tardará años en llegar.

En esa época de su vida, o años antes, Vera sufrirá una primera agresión sexual. Será más o menos grave, vendrá en forma de mirada lasciva de un adulto, palabras obscenas por la calle, un “exhibicionista” o, en el peor de los casos, una agresión sexual física. Sea como sea, en mayor o menor medida recibirá el mensaje: tu cuerpo no es tuyo, la calle no es tuya, tienes que tener miedo, sola no puedes. Será una de las muchas violencias que se encontrará en el camino, todas aquellas que sufrimos las mujeres por el hecho de serlo y que, si lo permites, te inundan de miedos. Ella aprenderá a mirar hacia atrás al caminar sola, a cambiarse de acera para evitar situaciones incómodas, a no salir a partir de cierta hora.

Una de cada tres mujeres en el mundo será golpeada, forzada a mantener relaciones sexuales, o sufrirá otro tipo de maltrato a lo largo de su vida. En la mayoría de los casos el agresor será una persona de su familia o conocida. En tanto, una de cada cinco mujeres será víctima de una violación o un intento de violación[1]

Sin derecho a decidir. CUERPO NEGADO

Las mujeres nacen, crecen, se reproducen… o no se reproducen.

Años después, tendrá pareja y se llamará, digamos, Pedro. Por un error de cálculo, Vera se quedará embarazada, decidirá interrumpir su embarazo y no se lo dirá a nadie. Quizá a él, quizá ni eso. Descubrirá entonces que está sola, social y afectivamente sola. Descubrirá que abortar duele, por dentro y por fuera. Descubrirá que debe dar explicaciones legales y sociales a la hora de ejercer su derecho a la autonomía, la integridad física y psicológica, a la libertad de conciencia; que vive en un país en el que proteger el derecho a la vida, dilucidar el llamado conflicto de intereses, supone de facto la negación del derecho de las mujeres a disponer sobre su propia maternidad. Sabrá que si no puede viajar o pagar, estos derechos se perderán entre plazos, supuestos y condiciones. Sabrá que ante un aborto la sociedad no entiende de presunciones de inocencia y el gobierno, una vez más, tutela y por lo tanto limita el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo.
El aborto es uno de los temas que más claramente muestran hasta qué punto los derechos de las mujeres son una moneda de cambio constante de los diferentes gobiernos. La ley vigente en materia de interrupción voluntaria del embarazo (2/2010)[2] introdujo la posibilidad de que la mujer pueda interrumpir su embarazo por voluntad propia entro de las primeras catorce semanas de gestación sin que sea necesario que exista acreditación médica para ello y siendo sólo obligatorio informar sobre los derechos, prestaciones y ayudas públicas de apoyo a la maternidad existentes y dejar transcurrir tres días desde la facilitación de dicha información a efectos de período de reflexión. Estas catorce semanas de libertad, relativa y limitada, es muy probable que desaparezcan bajo este gobierno en el que, si cabe con más fuerza, la Iglesia es uno de los grandes legisladores en la sombra.
Las leyes restrictivas no sólo no reducen sino que incrementan el número de abortos clandestinos, fundamentalmente debido a que suelen ir acompañadas por la reducción o eliminación de las medidas de promoción de la Salud Sexual y Reproductiva (información sobre derechos sexuales y reproductivos, anticonceptivos gratuitos y accesibles, etc). De hecho, las tasas más altas de aborto se encuentran en África y América Latina, curiosamente allí donde la interrupción voluntaria del embarazo se encuentra fuertemente restringida y penalizada.
La limitación de la franja de legalidad de la interrupción voluntaria del embarazo en un país incrementa exponencialmente el número de mujeres fallecidas por la práctica de abortos clandestinos. La práctica de abortos inseguros en el mundo provoca la muerte de 47.000 mujeres al año y heridas graves con daños permanentes a cientos de miles más. Estas cifras son sólo la punta del iceberg[3]. Ante un embarazo no deseado las ricas viajan, las pobres se desangran.

Este es un relato inacabado, que se podría continuar de muchas formas, a través de millones de vidas. El objetivo es que las mujeres descubramos que nuestra historia es, entre otras muchas cosas, la de los cuerpos negados, las vidas tuteladas, las dobles explotaciones, las sexualidades impuestas y sus rosarios en nuestros ovarios.





[1] Informe mundial sobre la violencia y la salud http://www.paho.org/spanish/am/pub/violencia_2003.htm

[2] Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo http://www.boe.es/boe/dias/2010/03/04/pdfs/BOE-A-2010-3514.pdf

[3] Organización Mundial de la Salud, Unsafe Abortion: Global and Regional Estimates of the Incidence of Unsafe Abortion and Associated Mortality in 2008, sixth ed., Geneva: WHO, 2011.

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